sábado, 12 de marzo de 2011

MadriZ


España–Rusia grita desde los bares y los conductores se me echan encima en los pasos de cebra con prisas. Los coches, no las cebras. Como si fuera una gacela Thomson, salto para escapar de sus neumáticos e increpo en plan hiena que no encuentra el chiste: ¿El puto partido eh???!!! En la sala del Conde Duque todo es distinto y todo es igual; el hippie de cola larga y gafas a lo Lennon en cromo modernizado, chica leotardosrojos y una pareja de argentinos poemizando aquello que tocan sus ojos. Me calmo. Veo primero y luego miro. En este reducto en el que tocamos a tres vigilantes y medio por cabeza un día de fútbol, somos los de siempre; completamos el cuadro los raros. Veomiramos las fotos del gueto judío en Polonia, mil novecientos cuarentaytantos. Ésa, a la que están arreglando las cejas, podría ser mi madre. Y ésa otra se parece a la Pataky. En aquellos años el bigote brasileño era moda compartida por reo y verdugo, ahora es un corte de ingles, son las cosas de este mundo.

Después los ojos enviciados de mirar se me escapan por las calles Limón y Recuerdo, por las cornisas de casas de pueblo y los colmados chinos, por los escaparates de camisetas con mensaje, por este cuarenta y uno de mayo que dicen que es hoy y las piernas, sumisas, esclavas, entregadas y torpes, se me van detrás de ojos profanadores de ubicuos restaurantes y griferías estériles de vermú. Pienso en mi amigo Miguel que es gay de Chamberí y macho noble al corte de esta ciudad renacida cada dos de mayo. Enlazo una calle, un recuerdo, una galería del photo-off, una terraza tímida de dos mesas y tres cuartas, a dos comensales y medio, un perro y una perra en celo y uno que pasa y dice -¡cómo lo están disfrutando! con la boca llena de tienda de variantes. Animalito. Una librería de viejo. Dos bocacalles- palabra bonita donde las haya-, un suspiro, un tacón, una panadería con triángulos de crema y cuernos de chocolate como de antes... Un instituto -el Lope de Vega- un locutorio y la parada de metro Noviciado de sopetón y sin esperarlo. Y giro y me vuelvo a enredar y enredar en la vía michelin de Keroac, ahora que el beat es de la bemeuve. La calle Pelayo- aquí cerca está la mejor pizzeria napolitana de la ciudad, los camareros llevan la vendetta bajo la chaquetilla francesa-, los Autores gaudianos, Hortaleza, los zapatos de Figueroa, el bar de los Barden y la Libertad con su mítico ocho ¿Estará contando Mercedes? – Un beso fuerte, Carrión.

Me escurro por la calle Sagasta - ¿Por favor la calle Sagasta?, sí pero sagastanmásloszapatos- decía un chiste de los ochenta, tenía casi dieciséis años y llevábamos el paquete de Fortuna en la manga de la chaqueta. Correos siempre será correos y sólo, después de Gallardón: el ayuntamiento. ¿Has visto a la Cibeles paseando una noche de invierno?

En verdad me hice madrileña un día volviendo de Heatrow a los diecinueve años. Pedí una cerveza fría y me invertí para siempre con ella.

Por ella.

Y hasta hoy. http://www.youtube.com/watch?v=UGYO86KwCUc

No hay comentarios:

Publicar un comentario